La MENTA CRISTAL clásica, llamada también “menta de guardia” , “de espíritu” o simplemente menta verde, fue otro ícono de la industria local. Ya no existe.
Aunque aparece en el mercado, con el mismo nombre y diseño, ya no es la menta fabricada por la Industrial Confitera Dominicana, que estuvo ubicada en una estrecha calle (no sé cómo se llama) entre las avenidas Imbert y 27 de Febrero.
La Cristal de entonces, que costaba 1¢ en paletera (o sea, con un Peso uno compraba 100 mentas, igual que los chiclets “bolas de fuego”, que eran bolitas de colores del tamaño de una canica envueltas en celofán transparente) era grande y gruesa, como la falange distal de un dedo pulgar flexionado hacia atrás. Además era transparente como un vidrio. Si uno la colocaba a contraluz podía ver detrás como si lo hiciese a través de una botella de cerveza vacía.
Cuando el colega Luís Sánchez me regaló la menta que estuvo en la envoltura de la foto tuve la expectativa de recrear aquella famosa “menta de espíritu” (le llamaban así por el frescor que producía, que irradiaba el ambiente). Pero el tamaño y la opacidad del caramelo no eran buenos indicios. Efectivamente, no se trataba de aquel producto que sacaba lágrimas y que era refrescante. La actual con ese nombre es fabricada en Guatemala.
El nombre de “menta de guardia” se debe a que a ella recurrían los soldados que estaban de faena en el monte y que no podían cepillarse los dientes con regularidad.
La confitera fabricaba otras, de diversos colores y con sabor a diferentes frutas: uva (morada); frambuesa (rosada), anís (blanca); piña (amarilla); naranja (naranja) y limón (verde claro).
Como una última reflexión quizás es conveniente que ciertos productos que hoy añoramos hayan desaparecido. Esto debido a la tradicional merma en la calidad de los mismos a través del tiempo, producto de la falta de visión de los quienes los fabtican, que, en vez de manejar de forma directamente proporcional las variables de costo de producción y precio de oferta, manteniendo los estándares de calidad, ante el incremento en el costo de producción y para no tener que subir mucho el precio, dejan caer la calidad. Esto se aprecia de manera especial en los comestibles.
Como ejemplos se pueden citar la leche y la mantequilla de producción industrial hace algunas décadas. Lo mismo el pan, pero lo del café es vergonzoso.
Tras su desaparición ciertos productos viven en nuestros recuerdos, nos quedan sus nombres
Por Juan Carlos Bircann