miércoles, 16 de marzo de 2016

Lissett Núñez, una maeña que es piloto en Pawa Dominicana


Convencidas de que los logros de cada mujer deben celebrarse no uno, sino todos los días del año, Estilos conversó con una de las poquísimas dominicanas que trabajan como piloto comercial: Lissett Núñez. De ella aprendimos que, para volar lejos, solo se necesita perseverancia. 

 Respira hondo y luego se acomoda. “¿Lo más lejos que he llegado?”, repite para sus adentros y, de inmediato, una gran sonrisa; “¡donde estoy ahora! Desde que me hice piloto comercial en 2005, solo había tenido la oportunidad de volar aviones pequeños, pero desde que entré a la empresa –Pawa Dominicana– ¡pilotar aviones cada vez más grandes!”. 

 De pequeña, Lissett soñaba con volar; pasaba horas jugando a ser piloto y se emocionaba cada vez que veía un avión pasar. Cuando les dijo a sus padres su deseo, se sorprendieron. Nadie en la familia es piloto y pensar en esto cuanto el aeropuerto más cercano, el de Santiago, estaba a unas horas de camino de su casa en Mao, era una locura. 

 “Si bien no estaban muy contentos con la idea, me apoyaron en todo. Esto era lo que quería”, aseguró. Tiempo después, un anuncio de una Escuela de Aviación trazó la ruta que ella había decidido seguir. Investigó y descubrió que existe una escuela en Santiago. “Para mí fue una felicidad, ¡iba a lograr mi sueño!”, dice emocionada.

 Para certificarse de piloto hay varias etapas: la primera, piloto privado, es un curso de tres meses y mínimo 40 horas de vuelo. Tres meses más de teoría, incluyendo un curso para leer instrumentos, y cientos de horas de vuelo adicionales después, te gradúas de piloto comercial.

 Al mes y medio de haber terminado sus estudios, una pequeña compañía de aviación la contrata. Una suerte, dice, porque en aquel entonces la demanda no era muy alta. “Además, como mujer ha sido un reto. He tenido que demostrar a mis compañeros que puedo hacer mi trabajo de la mejor manera posible”.

 Se recuesta un poco y sonríe. “Hasta ahora lo más difícil ha sido equilibrar mi tiempo. Ser piloto implica pasar mucho tiempo fuera de casa y perderte algunas fechas importantes. Como no tengo hijos y estoy soltera, no se me dificulta; siempre que puedo voy a Mao a ver a mi padre y a mis amigos. Me considero una mujer afortunada”.

 Fuente: estilos de Diariolibre.com