martes, 10 de mayo de 2016

Matos Berrido pone en manos de los equipos su continuidad en la Lidom


SANTO DOMINGO. Luego de un cuarto de siglo al frente de una liga que transformó desde necesitar subsidios del Gobierno para funcionar a operar como una empresa que aporta millones al fisco, Leonardo Matos Berrido pone su fecha de caducidad en manos de los equipos. 

 Ya en 1994 y 2000, cuando fue nombrado embajador en Taiwán e Italia, respectivamente, puso su renuncia, pero los clubes la rechazaron, y prefirieron que dirigiera la Lidom “por fax y teléfono”, porque le dijo Winston Llenas que “en Roma es mejor que cualquiera aquí. Lo acepté y no me arrepiento”. 

 Sus críticos lo acusan de tener manos de hierro, porque no ha medido estatura a la hora de suspender, llámese Ernesto “Monchín” Pichardo, Ramón Naranjo, Tancredo Aybar Castellanos, José Offerman, Félix “Gatico” Martínez o Rubio Blondie.

 “Quisiera no tener que sancionar nunca, tuve ocho hijos (7 hembras y un varón) y nunca los toqué, tengo 22 nietos y todavía no le he jalado la oreja al primero, sigo que hablando la gente se entiende. Me ha ido bien, porque todos me recompensan con su amor y su respeto”, dice Matos, al recibir a DL en su pequeña oficina del segundo nivel del estadio Quisqueya Juan Marichal, adornada con imágenes familiares y con montones de documentos. 

Tampoco le ha temblado el pulso para asumir equipos en problemas, como las Águilas en 1993, las Estrellas en 2004 o los Gigantes en 2013, aunque con estos últimos confiesa que tuvo “dos años muriéndose del miedo”, cuando José Duarte fungió como presidente con acciones de Miguel Tejada y el club atravesó serios problemas (2011-2013).

 Pero los resultados bajo su mandato los han convertido en cabeza imprescindible para capitanear el principal evento deportivo que se celebra en el país.

 Matos estuvo vinculado a la administración pública entre las décadas de 1950 y 2008 cuando salió del Banco Nacional de la Vivienda con una pensión que ganó decenas de titulares.

 “Hablan de que me dieron una pensión de un millón de pesos (en el BNV), creo que la merecía, pero desgraciadamente no es verdad, la pensión mía es de 332 mil pesos”, dice el también ex secretario de Educación.

 NPerez@diariolibre.com