Sus restos no se mostraron al público, hecho que sorprendió a los asistentes.
Tres salas fueron abiertas con imágenes del dictador, aunque en ninguna de ellas estaban exhibidos sus restos mortales.
En la Plaza de Revolución se han habilitado tres accesos diferentes para agilizar la entrada de la población y tres puntos de homenaje exactamente iguales.
Todos esos lugares están presididos por una gran fotografía de Fidel en la que se lo ve de cuerpo entero, mirando al horizonte y ataviado con su icónico uniforme verde oliva.
También hay dos ofrendas florales, una del Partido Comunista de Cuba y otra en nombre del pueblo cubano, así como un expositor con las principales condecoraciones que recibió Castro en vida.
Los cubanos esperaban poder rendir tributo a las cenizas del hombre que gobernó sin concesiones durante 48 años, antes de que una enfermedad lo obligara a ceder el poder en 2006 a su hermano Raúl.
Las personas desfilan con fluidez: hay mujeres que lanzan besos, algunos se secan las lágrimas con pañuelos y otros caminan prestando poca atención, casi sin mirar los objetos expuestos.
Pero el Gobierno, que mantiene en reserva los detalles de la muerte de Fidel Castro, no exhibió los restos, como había sugerido.
El homenaje en la Plaza de la Revolución se extenderá hasta el martes. Al día siguiente, se iniciará una procesión que recorrerá 13 de las 15 provincias y que concluirá el domingo en Santiago de Cuba, donde se espera sean depositadas las cenizas en el cementerio Santa Ifigenia, tras un recorrido de unos 1.000 km.
“Vengo con toda mi familia al mismo lugar que vine de niño a escucharlo muchas veces y traigo a mis hijos, que algún día comprenderán y sabrán que estuvieron aquí”, dijo Amílcar Ramos, de 33 años.
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