martes, 27 de junio de 2017
Desiderio redivivo
…Y trataba el hombre de concentrarse en sus cosas, y ¡nada!...No lo dejaban. El vocerío seguía por todas partes, pidiéndole que le hablara a su pueblo. Pero él insistía en el silencio, y ¡nada!...No le daban paz….Con marchas por aquí y por allá. ¡Y ese verde…ese verde!… (¡Oh, Dios! ¡Nunca imaginó que alguna vez ese color le sería tan odioso!). ¡Pero qué caso tan patético! En vez del Tenorio (“¡Cuán gritan esos malditos!… ¡Pero mal rayo me parta si no pagan caros sus gritos!”), quien vino a su mente fue un general montonero cuyo sombrero le venía muy grande: “Dice Desiderio Arias que lo dejen trabajar”.